¡Te busco!
¡No te encuentro!
Hablo solo,
frente a mi: ¡Eco!
No hay mayor abstinencia,
que la que siento dentro,
cuando no veo tu presencia.
Lucho contra el deseo,
de llamarte la atención,
pues bien al hacerlo,
la debilidad te muestro.
No hay mayor meta,
que calmar esas ansías.
¿En realidad quién eras?
¿Quizás una cualquiera?
No te quiero dar importancia,
pero aquí hago el recuento,
llego ya al decimosexto verso,
otorgándote gran relevancia.