Se habla de un caminante perdido,
transitaba por la fría tundra.
La suerte dio con él,
floreció una rosa naranja,
en el paisaje blanco,
pudo él admirarla.
La leyenda cuenta,
es la flor escueta,
pues un sólo día,
en todo el invierno,
ella florece.
Aquél que la encontrase,
no olvidaría el recuerdo,
de su singular imagen,
ningún día de su vida.
Al salir del ascensor,
con tus labios carmesí,
de frente me encontré,
fue entonces cuando supe,
que tú en efecto eras,
mi rosa rusa anaranjada.